miércoles, 24 de noviembre de 2010

Una Charla Privada con John Lennon II Parte

Continúa la conversación...


¿Qué opinas del furor provocado en Norteamérica tras el rumor de que Paul había muerto?

Bien, pues ese furor se extendió alrede­dor del mundo. No supe qué pensar. Me dio risa, pero a la vez me pareció una ocu­rrencia excesivamente enferma.

Mucha gente creyó que la idea había sido mía, con el propósito de incrementar las ventas del Abbey Road. Pero ese disco no requirió de ninguna estrategia macabra para vender. Y, de cualquier manera, yo jamás pensaría en algo así. La gente basó sus especulaciones en ciertos ejemplos muy precisos, como el verso final de “Strawberry Fields”que su­puestamente dice, ‘I Buried Paul’ ['Yo en­terré a Paul']… Eso no es lo que dice. Dice `Cranberry Sauce’ ['Salsa de arándano']. Lo que yo digo en esa canción es [adopta un tono de gravedad] ‘Cranberry sauce, cran­berry sauce’, y eso es todo. Y desconozco lo que dice al revés.

Supuestamente, en “Revolution No. 9″ dice, ‘Enciéndeme, enciéndeme, anciano’. . .

Bien, pues nunca lo he escuchado. Hay tantas cosas ahí que yo jamás he logrado escuchar. Alguien llegó a pensar que el Nú­mero 9 se refiere a la dieta macrobiótica consistente en diez días de arroz continuo… Francamente, no sé nada al respecto.

Todo se desarrolló tan rápidamente que seguro constituyó una gran sorpresa.

Así es, no lo podíamos creer. Ya no recuer­do qué fue lo primero que pensé. Fue muy es­túpido, y una auténtica pérdida de tiempo.

Tras la semana en Canadá y tras tu en­cuentro con Trudeau y Munro, ¿cómo te sientes con los resultados?

Los encuentros hicieron que todo valiera la pena. Hubiera valido la pena, de cualquier forma, pero hubo tres puntos álgidos: Dick Gregory, Trudeau, Munro, y tal vez los tipos de la Comisión de Drogas. Bueno, creo que ya son cuatro puntos álgidos. Nos pareció que habíamos logrado entablar una especie de diálogo con el establishment, y nos quedamos muy sorprendidos con su exagerada sobrie­dad. Claro que sería muy snob de mi parte asumir que el establishment es una sola cosa, gigantesca y monstruosa, sería un prejuicio similar al que rodea a los judíos o a los negros. Todos solemos tener esas ideas, todos somos culpables en cierta medida. Así me sentí gran parte del tiempo. Esta gente hace lo que puede para operar una maquinaria enorme, hay de­masiados copilotos y nadie puede ser lo sufi­cientemente cuidadoso. Sin embargo, nos sen­timos esperanzados porque ahora sabemos que algunas personas `normales y sobrias’ in­tentan comunicarse con nosotros y con toda la juventud. Quieren comprendernos pero no saben cómo abordarnos, así que tenemos que tenderles nuestra mano, porque algunos de su bando ya lo están haciendo, sin compromisos, claro, pero en aras de la comunicación.

Le decías a Munro, el ministro de Salud, que te preocupaba el hecho de que los diálo­gos entablados con la gente del así llamado establishment podrían parecer, a los ojos de la juventud, algo así como un chanchu­llo desastroso. Le sugerías que este detalle te preocupaba sobremanera.

No me refería tanto a una preocupación como a una toma de conciencia. Es como cuando The Beatles abandonamos Liver­pool, algunos creyeron que este hecho sig­nificaba que nos habíamos vendido, incluso nos reprendieron por haber dejado de tocar en The Cavern. Esta clase de asuntos son de­licados, incluso al nivel de un salón de baile. Si abandonabas un club para irte a otro, te estabas arriesgando a perder a algunas per­sonas. Cuando nos marchamos de Liverpool perdimos cierta cantidad de gente, pero nos fue mejor. Y cuando abandonamos Londres e Inglaterra, perdimos a algunos seguidores ingleses que aseguraban que nos habíamos vendido a Estados Unidos, y así, hasta el infinito. Sé perfectamente que algo así puede pasar de nuevo, porque estamos a punto –me refiero a mí, a Yoko y al movimiento pacifista– de abandonar Inglaterra. Recién estuvimos en el programa de Ed Sullivan, y esto es sólo el comienzo… El Año Uno, por decir así.

¿Qué sentiste la noche del domingo, viendo El show de Ed Sullivan y todos esos videos antiguos de The Beatles?

Me sentí como cualquiera que mira un viejo álbum fotográfico. Son emociones similares a las de quien visita su álbum familiar o cualquier otra cosa por el esti­lo. Es lo mismo, pero en película. No me dio pena. Quiero decir que uno no puede evitar sentirse ligeramente apenado, pero nada grave, nada grave. No me lo tomo en serio; de hecho, me pareció muy gracioso. Poder verte a ti mismo resulta fascinante, sobre todo cuando las imágenes son tan viejas. Trataba de imaginar qué diablos pasaba por mi mente en esos momentos.

¿Hay algún nuevo producto por ahí? The Plastic Ono Band, John y Yoko, The Beatles.. .

Oh, bueno, el nuevo álbum de música Freak de John y Yoko se encuentra enlata­do y en espera de ser lanzado. Un lado con­tiene carcajadas, y el otro sólo susurros… al menos hasta el momento. No sé cuánto duran los susurros. Yoko y yo nos metimos en el estudio con un par de ingenieros, gente de EMI que ese día se encontraba sin nada que hacer. Asimismo, recibimos ayuda tanto de la persona que hace el corte de nuestros discos en Apple como del súper ingeniero de The Beatles, fumamos un poco y grabamos algunos ruidos graciosos, y nos reímos a lo largo de los tracks. Además, todo mundo, incluso aquéllos que trabajan para nosotros pero que provienen de EMI (en cierto senti­do, hemos infiltrado esta organización a fin de quedarnos con la gente más creativa, los jóvenes), gritaba sus propias bromas a todo pulmón. Los chistes incomprensibles, salvo para pocos, son de risa loca. Es muy pareci­do al asunto de las bromas internas con The Beatles. Todo mundo se sintoniza en la misma frecuencia humorística si pasas cierto tiempo con ellos, y la idea es transmitir esta broma a pesar que sea aparentemente interna. Pero, ¿sabes algo? Puede hacerte reír a ti también. Más tarde decidimos susurrar en un tema de Yoko. Si susurras algo al oído de una perso­na y ésta a su vez hace lo mismo con otro, y así durante cierto tiempo, cuando el susurro vuelve a tus oídos no queda nada salvo un sinsentido. Yoko había experimentado con esto en un teatro, frente a zoo ó 300 perso­nas. Los susurros pasaron de boca en boca y, al final, un tipo se le acercó tras subir al palco y correr hasta donde ella estaba para transmi­tirle lo que había escuchado, pero ella le dijo, “No me lo digas”. Fue de risa loca. Realiza­mos esto de los susurros durante la sesión y alguien nos filmó. Muy pronto nos pusimos a gritar y aullar. La gente no podía concentrar­se, ni siquiera podían transmitir el susurro a causa de la risa histérica general. Y es que reír en esas circunstancias es inevitable. Co­menzaré el Año Uno riendo; además, tengo un par de canciones que quiero lanzar como sencillos de la Plastic Ono Band. Por ahí hay un enlatado de The Beatles, que seguramen­te saldrá en febrero: Get Back.

los años sesenta representa ron mi adultez temprana, mientras que los años cincuenta fueron algo así como los viejos buenos tiempos de mi adolescencia.” ¿Algún otro álbum en camino?

Me gustaría grabar un disco con la Plastic Ono Band, pero no tengo tiempo. Sólo temas nuevos. Quizá un lado sea mío y el otro de Yoko. Pero tal vez sólo se le antoje cantar al­gunas baladas como “Remember Love”. Así que no lo sé; depende de muchas cosas. Tengo seis o siete canciones que aún debo arreglar.

¿Es todo lo que has compuesto en los úl­timos tiempos?

Sí, aunque, de hecho, ésa es mi canti­dad habitual. Sólo después de seis meses puedes contar con un catálogo de unas 14 canciones. Son temas con los que te quedas estancado. Me paso la vida intentando ter­minar lo que tengo, alguna línea o fraseo que me da vueltas en la cabeza. No puedo olvidar ciertas ideas, así que debo volver a ellas. Ahora tengo sólo seis o siete canciones en estado embrionario, y todas ellas están compuestas de un par de versos o provie­nen de algún pensamiento. Por lo general me pongo a jugar con estos elementos. Al final me gustaría montarlas con cualquier músico disponible. Tardaré un poco porque estoy ocupado, pero las terminaré, porque me en­canta grabar. Es como una necesidad.

¿Crees que el año nuevo, el Año Uno, será bueno para la paz?

Sí. Nosotros creemos que esta década representó el principio del fin, pero esto ha sido algo positivo y no deprimente, como algunos sostienen. Ha sido una década mu­sical, perteneciente a una nueva generación, una década rebosante de libertad, de com­prensión , con las moratorias, el jazz, Wood­stock y otros festivales como el de la Isla de Wight. Esto es sólo el comienzo, pero lo que tenemos que hacer es mantener la esperanza viva. De lo contrario, nos hundiremos.

La frase “Los años sesenta”, ¿qué te hace pensar?

Yo no pensaba en esos términos hasta que hace unos meses todo mundo comen­zó a hacerme preguntas al respecto. No me gusta pensar así. Supongo que puedo decirte que los años sesenta representa­ron mi adultez temprana, mientras que los años cincuenta fueron algo así como los viejos buenos tiempos de mi adolescencia. Es una opinión personal, claro. En reali­dad no pienso mucho en ello. No pienso en esta década o en aquélla, sino hasta que los demás comienzan a hacer preguntas. Eso es todo.

¿Qué hay de la promesa de una visita a Nueva York en febrero?¿Qué harás allí si te otorgan la visa?

Bueno, por lo pronto no hay nada defi­nido. Al parecer, alguien está organizando una reunión o protesta en una fábrica de armas, aunque todavía no sabemos a ciencia cierta dónde se llevará a cabo. La cosa no ha pasado de unas cuantas pláticas. Pero, en efecto, será una reunión o una manifesta­ción. Y, claro, las litografías están a punto de salir, así como Grapefruit, el nuevo libro de Yoko. Pero esto será sólo una especie de subproducto de todo lo demás. Y tendremos el estreno de Get Back. Espero que todos los Beatles hagan acto de presencia.

¿Te sientes más lleno de esperanza en lo que respecta al asunto de la paz tras tu vi­sita a Canadá?

Claro, y eso que antes nos sentíamos muy esperanzados. Así que ya puedes imaginar­te cómo han aumentado nuestras esperan­zas. Y es que, de vez en cuando, resulta posible atisbar un futuro diferente, esto es suficiente para mantenerte activo. La visi­ta a Canadá nos permitió este atisbo.

El futuro pinta bien.

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